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La noción de enfermedad ha sido definida de diversas maneras a lo largo de la historia, con enfoques que varían desde lo simple hasta lo complejo. Tanto la Real Academia Española (RAE) como la Organización Mundial de la Salud (OMS) ofrecen definiciones básicas, pero al observarlas detenidamente, surgen interrogantes sobre las causas subyacentes. Para comprender mejor la enfermedad, es esencial explorar la interconexión entre la salud y sus fundamentos.

Según la RAE, la enfermedad se describe como una “alteración más o menos grave de la salud”, mientras que la OMS aporta una perspectiva más detallada al definirla como una “alteración o desviación del estado fisiológico en una o varias partes del cuerpo”. Sin embargo, estas definiciones parecen simplistas al no abordar las causas fundamentales.

Para entender la enfermedad, es crucial primero definir la salud. La salud se conceptualiza como un estado en el cual tres variables interdependientes operan en armonía: la inteligencia biológica (Ib), la energía (E) y el orden (O) en el sistema. La Ib regula todas las funciones corporales, desde el funcionamiento inmune hasta los ciclos menstruales. A mayor inteligencia biológica, mayor reserva funcional de energía y mayor orden, lo que se traduce en una mejor salud.

Axiomáticamente, se afirma que la enfermedad se manifiesta cuando estos tres factores disminuyen. Todas las enfermedades, desde hipertensión hasta cáncer y alergias, son consideradas desórdenes celulares sistémicos. La disminución de la Ib, la E y el O desencadena el caos y la enfermedad.

¿Qué provoca esta disminución? Se clasifica en cuatro grupos de impactos negativos de vida:

Emocionales: Pérdidas de seres queridos, problemas financieros, relaciones tóxicas, entre otros.

Biológicos: Virus, bacterias, parásitos, hongos, así como intolerancias alimentarias como el gluten.

Químicos: Exposición a sustancias como BPA, colorantes artificiales, azúcares y metales pesados.

Físicos: Radiaciones de 4G y 5G, exposición sin protección a la luz azul de pantallas y bombillas.

La combinación de estos impactos negativos provoca la disminución de la Ib, la E y el O, generando enfermedades multifactoriales.

¿Cómo abordar las enfermedades crónicas y resolverlas? La respuesta radica en contrarrestar los agentes estresores con adaptógenos, un grupo de plantas élites que potencian la Ib, la E y el O. Ejemplos de adaptógenos incluyen Rhodiola, Ashwagandha, Reishi y muchos más. Tomados en dosis y combinaciones adecuadas, estos adaptógenos ayudan al cuerpo a resolver las enfermedades, restaurando el equilibrio y promoviendo la salud integral.

En conclusión, la comprensión de la enfermedad va más allá de las definiciones convencionales. Al explorar la interrelación entre la salud y sus fundamentos, se abre la puerta a enfoques más holísticos y preventivos, destacando la importancia de abordar las causas subyacentes para lograr un bienestar duradero.

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